EL DULCE NOMBRE DE MARÍA - 12 DE SEPTIEMBRE
El Señor ha hecho vuestro nombre
tan glorioso, que no se caerá
de la boca de los hombres.
tan glorioso, que no se caerá
de la boca de los hombres.
(Jdt. 13, 25)
La festividad del Santísimo Nombre de la Bienaventurada Virgen María, que Inocencio XI, Pontífice Máximo, en 1683 mandó celebrar para dar gracias a la Madre de Dios por la victoria del rey polaco Juan Sobieski contra los turcos que sitiaban la ciudad de Viena, y con ella a todo occidente.
El Papa Inocencio XI persuadido que tan célebre victoria se debió singularmente a la protección de la santísima Virgen, ordenó la fiesta del Dulcísimo Nombre, introducida ya mucho tiempo antes en varias naciones de la cristiandad, se celebrase de allí en adelante en toda la Iglesia universal.
Así como unos días después de Navidad se celebra el Santo Nombre de Jesús, también después de la fiesta de la Natividad de María se festeja su Santo Nombre.
El nombre de la Virgen, era María. El nombre de María en latín, significa Señora. Y en efecto, siendo su Hijo el Amo del mundo, a María le pertenecía ser soberana del mismo desde su nacimiento. De ahí que, así como decimos de Jesús que es Nuestro Señor, así también llamamos a María Señora Nuestra. Pronunciar su nombre es afirmar su omnipotencia suplicante.
María también significa Estrella del Mar.Ella, en efecto, nos guía al navegar por el revuelto mar de este mundo, y nos salva del naufragio. Pronunciemos su nombre con respeto y con cariño, será una prueba certera de salvación.
El Papa Inocencio XI persuadido que tan célebre victoria se debió singularmente a la protección de la santísima Virgen, ordenó la fiesta del Dulcísimo Nombre, introducida ya mucho tiempo antes en varias naciones de la cristiandad, se celebrase de allí en adelante en toda la Iglesia universal.
Así como unos días después de Navidad se celebra el Santo Nombre de Jesús, también después de la fiesta de la Natividad de María se festeja su Santo Nombre.
El nombre de la Virgen, era María. El nombre de María en latín, significa Señora. Y en efecto, siendo su Hijo el Amo del mundo, a María le pertenecía ser soberana del mismo desde su nacimiento. De ahí que, así como decimos de Jesús que es Nuestro Señor, así también llamamos a María Señora Nuestra. Pronunciar su nombre es afirmar su omnipotencia suplicante.
María también significa Estrella del Mar.Ella, en efecto, nos guía al navegar por el revuelto mar de este mundo, y nos salva del naufragio. Pronunciemos su nombre con respeto y con cariño, será una prueba certera de salvación.
MEDITACIÓN SOBRE CUÁL DEBE SER EL CELO DE UN CRISTIANO
I. Tu corazón debe arder de celo por la gloria de Dios, y este celo debes manifestarlo publicando sus alabanzas, atrayendo a los demás a su servicio, adornando sus altares, en una palabra, haciendo todo lo que pueda contribuir a aumentar su gloria. ¿Quieres trabajar con fruto en la salvación de las almas? Haz que tus acciones hablen por ti. Manda poco a los demás, haz mucho tú mismo. (San Pedro Crisólogo)
II. Que el cuidado de tus intereses jamás altere la pureza de tu celo. ¡Cuán desdichado serías buscando tu propia gloria, so pretexto de trabajar por la de Dios! Sacrifica tu renombre, busca a Dios únicamente; si eres generoso para con Él, pronto experimentarás los efectos de su liberalidad. Alégrate cuando veas a los demás trabajar por la gloria de Dios con más éxito que tú. Examina tus acciones más santas, y a menudo encontrarás en ellas sólo vanidad, interés y otros motivos humanos que te hacen obrar, aunque parezca que sólo trabajas por la gloria de Dios.
III. La prudencia y la caridad deben animar tu celo, no sea que se haga inútil y hasta dañoso para el prójimo y para ti mismo. Acaso descuidas tu propia salvación por trabajar en la de tus hermanos; es una caridad mal regulada perderse para salvar a los demás. Que tus actos estén en armonía con tus palabras, de otro modo te expondrás a que más tarde se te diga: Predicas a Dios y no lo buscas; detestas al demonio con las palabras y lo adoras de hecho. (Tertuliano)
El celo de las almas
Orad por los Pastores
Orad por los Pastores
Suplicámoste, oh Dios omnipotente, nos concedas que tus fieles, que se glorían en el nombre y la protección de la Santísima Virgen María, que por su piadosa intercesión, se vean libres de todos los males en la tierra, y merezcan llegar a los goces eternos en el cielo. Por J.C.N.S.